Por causalidad, ¿gusta un Trago con Té?
Algunas personas consideran que tomar té es un verdadero ritual; es el caso de las comunidades chinas o las japonesas; para otras, se trata de un hábito, tal como ocurre con los británicos. También hay personas que creen que tomar té puede ser algo aburrido y soso; pero, ¿qué pasaría si probaran tragos con té o algunos refrescos que, siendo saludables, sean ricos y divertidos?
Qué pasaría, si por casualidad, en un vaso con té azul, de tipo Oolong, ya frío, agregaran un fresco jugo de naranjas recién exprimido, hielo y, por qué no, una rodajita de jengibre. ¿Qué las casualidades no existen? Las brujas tampoco… pero que las hay, las hay…
Según una leyenda china, el té fue descubierto por casualidad por el emperador Shen-Nung unos 3.000 años a.C. Sucedió de la siguiente manera: el emperador y su cortejo descansaban a la sombra de un árbol. Habían encendido un fuego y, sobre él, una olla de agua caliente, hervía. El calor del fuego secó algunas hojas en las ramas más largas del árbol; las más nuevas y delicadas. De repente, un fuerte viento se levantó y llevó varias hojas al caldero con el agua, que se tiñó de un color ámbar, y un perfume delicioso emanó de él. El emperador probó la bebida y le encantaron tanto el perfume como el delicado sabor.
Entonces, me vuelvo a preguntar, qué pasaría si, por casualidad, unas gotitas de ron cayeran en un cuenco con un delicioso rooibos sudafricano, -ese sustituto del té que no tiene cafeína y es considerado antioxidante- en un blend dulce con coco y chocolate… Si al emperador de la leyenda china, cuando descubrió el efecto agradable y estimulante de la bebida que, por casualidad, había descubierto, se le escapó el grito de “T’sa”, (algo así como “lo divino”), que dio lugar, hasta el día de hoy, al nombre “cha” con el que en muchos lugares se identifica el té, ¿qué grito se le escaparía al dueño del cuenco? ¿”chévere”, quizás?
O si confundiera una jarra de té negro con limón, refrigerada por un familiar en la heladera, con una gaseosa cola y le agregara un chupito de vodka… bebida que, según muchos expertos y mixólogos es una base espirituosa sobre la cual pueden realizarse un sinfín de mezclas y cocteles, ¿diría ”вкус” (vkus, “un gusto” en ruso)? Puede ser… pero estoy segura que, si la jarra contuviera té verde Sencha, de origen japonés, con hielo triturado, jugo de lima o limón y unas cucharadas de azúcar… no diría nada…. Al menos no, hasta llegar al final de la jarra.
Pero, en fin… quizás, las casualidades, efectivamente, no existan. Entonces, deberíamos avenirnos a las causalidades. O sea… ¿Qué tal si preparamos un buen trago, saludable, rico y divertido?
¿La receta? La qué más le guste. No hay secretos.
Llegó la hora de jugar con los colores, los sabores, los aromas. En casa. A la hora que más le satisfaga. Porque, como dice el Libro del Té Okakura Kakuzo, el té no tiene la arrogancia del vino, el individualismo consciente del café ni la inocencia sonriente del cacao pero el sabor del té posee un encanto sutil que lo hace irresistible y, muy particularmente, susceptible a la idealización.
No por casualidad. Por causalidad. Porque tuvo la precaución de contar en su casa con los mejores blends de tés en hebras; los que más le gusten; listos para infusionar a la hora del desayuno, la merienda o la sobremesa y listos, también, a la hora de pensar un buen trago.
Al momento de preparar un licuado de frutillas, ya no con agua o con leche; ahora, con té rojo y ron, esto último, claro, si no se va a compartir con niños. Pero tiene que ser un buen té rojo, del tipo Pu-erh, conocido como ”el quemagrasa”; y que mejor para combinar con un licuado de frutillas que un Pu-erh en un blend que incluya cereza, grosella y piña, aromatizado con jazmín y rosella.
A la hora de preparar un refrescante, saludable y rico jugo de naranjas, porqué no combinarlo con té verde. Quizás con té verde Chai, tradicional en la India, con vainilla, cáscara de naranja amarga, pimienta negra, canela en rama y cardamomo.
De esta forma, quizás le ocurra lo que al príncipe Bodhi-Dharma, hijo del Rey de las Indias Kosjuwo, quién unos 500 años d. C. decidió abandonar su país para predicar los preceptos de Buda en el reino de los Wei, al norte de China y, según cuenta una leyenda hindú, fue quién descubrió los efectos del té. Seguramente, con su preparado experimentará un efecto refrescante, estimulante y tonificante que le permitirá recuperar las energías necesarias, ya no para cumplir con sus votos, como ocurrió con el monje hindú, sino para ser feliz un buen rato porque para degustar su trago, sólo le faltará elegir buena música y el sillón más cómodo…
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